Es sabido que la mayor parte de los giallos más destacados provinieron de la filmografía Italiana, que luego de posesionarse como un género ascendente en Europa, se comenzó a filmar cantidades de títulos en ese país, como si se tratara de una nueva moda. Sin embargo hay casos en donde se intento seguir con esta tendencia, como pudo suceder en España, con el film Una libélula para cada muerto del director León Klimovsky, protagonizada por la figura del incansable Paul Naschy, en un caso que podría tomarse como un intento forzado de competir con los giallos Italianos, quizás sea ahí en donde las criticas caen mas duras. Pese a este criterio, la película no deja de ser un correcto giallo, integrado por un cast de actores destacado para la época y un titulo totalmente acorde para este tipo de producciones. A pesar de esto, hay una serie de aspectos que hacen que no logre alcanzar el nivel de los grandes giallos italianos, sobre todo en el tratado de la historia y el suspenso que se intenta mostrar, además de la parte policial y de investigación que todo giallo posee, con un personaje bastante particular, interpretado en este caso por Paul Naschy. Este personaje se trata de un inspector de policía destinado a casos menores de exhibicionismo y robos, quien de la noche a la mañana resulta elegido para hacerse cargo de uno de los casos más fuertes, un asesino que esta terminando de las maneras más brutales con sus victimas. Este asesino tiene la particularidad de dejar en cada uno de los cuerpos una libélula, un indicio que sirve para comenzar con las investigaciones, además de que la mayoría de sus victimas resultan prostitutas y drogadictos. En el aspecto visual, se destaca el tratamiento estilizado de la imagen, con una estética clásica de colores brillantes y profundos. También respeta todos los clichés clásicos del género, mostrando quizás un mayor esfuerzo en los crímenes, dejando de lado tal vez la cuota de sexo y misterio, que tanto se puede ver en los giallos más clásicos.
Es sabido que la mayor parte de los giallos más destacados provinieron de la filmografía Italiana, que luego de posesionarse como un género ascendente en Europa, se comenzó a filmar cantidades de títulos en ese país, como si se tratara de una nueva moda. Sin embargo hay casos en donde se intento seguir con esta tendencia, como pudo suceder en España, con el film Una libélula para cada muerto del director León Klimovsky, protagonizada por la figura del incansable Paul Naschy, en un caso que podría tomarse como un intento forzado de competir con los giallos Italianos, quizás sea ahí en donde las criticas caen mas duras. Pese a este criterio, la película no deja de ser un correcto giallo, integrado por un cast de actores destacado para la época y un titulo totalmente acorde para este tipo de producciones. A pesar de esto, hay una serie de aspectos que hacen que no logre alcanzar el nivel de los grandes giallos italianos, sobre todo en el tratado de la historia y el suspenso que se intenta mostrar, además de la parte policial y de investigación que todo giallo posee, con un personaje bastante particular, interpretado en este caso por Paul Naschy. Este personaje se trata de un inspector de policía destinado a casos menores de exhibicionismo y robos, quien de la noche a la mañana resulta elegido para hacerse cargo de uno de los casos más fuertes, un asesino que esta terminando de las maneras más brutales con sus victimas. Este asesino tiene la particularidad de dejar en cada uno de los cuerpos una libélula, un indicio que sirve para comenzar con las investigaciones, además de que la mayoría de sus victimas resultan prostitutas y drogadictos. En el aspecto visual, se destaca el tratamiento estilizado de la imagen, con una estética clásica de colores brillantes y profundos. También respeta todos los clichés clásicos del género, mostrando quizás un mayor esfuerzo en los crímenes, dejando de lado tal vez la cuota de sexo y misterio, que tanto se puede ver en los giallos más clásicos.
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